El poder hegemónico masculino está en peligro
Por Marisa Mesina Polanco
Las mujeres cuestionamos el poder que la sociedad ha conferido a los hombres para mandar sobre nuestras vidas. Desde el patriarcado se mira a las mujeres como un ente cosificado: la mujer, no las mujeres, es el concepto donde nos engloban a todas, donde aunque no cabemos nos incluyen.
Amontonadas, amorfas, donde una somos todas y ninguna a la vez. Es en el concepto mujer y no mujeres donde nos encasillan, donde nos quieren mantener y de donde nos escapamos, para escribir el plural, para escribirnos y describirnos como lo que somos, mujeres diversas, inconclusas, imperfectas, humanas.
Los hombres no están de acuerdo en que las mujeres escapemos. No están de acuerdo en que ya no queramos casarnos o tener hijos, en que decidamos vivir por nuestra cuenta, en que prefiramos pagar nuestras cuentas a estar a expensas de los mandatos sociales que nos someten, nos maltratan y nos humillan. En algunos casos, ese sentimiento es mas que un desacuerdo.
Fue hasta 1992 que se nos concedió a las mujeres el derecho sobre nuestros cuerpos. En algunos rincones de este país y del mundo, todavía no lo saben y por eso nos matan. Colima ha estado en los primeros lugares de feminicidios. Las mujeres estamos siendo asesinadas. Cada que una hermana aparece muerta, muere un poco de cada quién. “Si tocan a una, respondemos todas” es la consigna feminista de cada marcha, donde gritamos y manifestamos nuestra opinión en relación a este sistema que nos destruye, que no nos deja avanzar.
Entender el grito de protesta de las mujeres no es fácil, pero si miramos un poco, con detenimiento, las situaciones que lo rodean, ta vez nos quede mas claro. En enero de 2022 ocupamos el lugar número seis en violaciones, el siete en feminicidios y el primer lugar en violencias familiares a nivel nacional. Pequeño territorialmente, pero son demasiados crímenes en contra de las mujeres, comparados con la cantidad de personas que en este estado habitamos. Ortiz y Ávila consideran que “El feminicidio es una de las maneras en la que los varones dirimen su profunda frustración de un poder hegemónico puesto en cuestión“ (2013).
Ante este flagelo, no nos queda más que construir caminos de paz. Si somos las mujeres las que estamos siendo asesinadas por ser mujeres, somos las nosotras las que debemos movernos para construir caminos de paz. No podemos esperar que los hombres acepten perder sus privilegios. Nosotras debemos dar los pasos que sean necesarios para estar bien, para vivir la vida que deseamos para nosotras y para nuestras hijas e hijos. Nuevos modelos de convivencia entre los sexos son necesarios. Ante el patriarcado, el feminismo propone nuevos espacios, donde la vida en común sin violencia es posible.
Las mujeres debemos tender esos puentes entre nosotras, para salvarnos a nosotras mismas. No podemos esperar que alguien venga a rescatarnos. Es desde una práctica sorora, es desde un ejercicio del poder de las mujeres para mejorar la vida de otras mujeres como nos toca tender puentes para construir la paz que anhelamos. Nadie nos va a conceder esa paz. Tenemos que buscarla y construirla. Juntas, fuertes, hermanadas en una lucha social que nos toca librar para tener una vida digna para nuestras hijas, nietas y hermanas.
Ese es el reto. El camino es la paz, la meta es el bienestar de nosotras como humanas.