Morena en su laberinto

Por Pedro Salmerón Sanginés

Cuando analizo la obra del actual gobierno, el antecedente que me viene a la memoria es el de Lázaro Cárdenas. El general michoacano tuvo que dedicar el primer año y medio de su sexenio (incluso más: hasta la expulsión del país de Calles y sus amigotes, en abril de 1936) a limpiar el desastre que le heredaron los gobiernos del Maximato y la crisis económica mundial. Sólo entonces pudo empezar a instrumentar su programa, que no era otro que el de la Revolución Mexicana, plasmado en la Constitución de 1917.

Pero no lo hizo solo: el reparto agrario en gran escala se dio en lugares donde los campesinos organizados lo exigían y lo empujaban. Así, en La Laguna se apoyó en los alacranes rojos del Partido Comunista, entre cuyos dirigentes estaban los generales villistas Pedro Rodríguez Triana y Lorenzo Ávalos. En Yucatán, en lo que quedaba de las ligas campesinas del Partido Socialista del Sureste, de Felipe Carrillo Puerto, asesinado en 1924. En Sonora, en la larga y siempre viva resistencia de los yaquis y yoremes. Todos ellos fueron fundadores y puntales de la Confederación Nacional Campesina (organización a la que Ávila Camacho le quitaría los dientes y que Miguel Alemán convertiría en apéndice del Estado). La expropiación petrolera, a su vez, no habría sido posible sin el trabajo previo del sindicato petrolero y sin el apoyo masivo de la ciudadanía en las calles y las plazas.

Lo que quiero señalar, otra vez, es que sin el apoyo y la movilización de un partido de masas, sin las organizaciones de ese partido de masas, Cárdenas no habría podido realizar aquellas acciones que rompieron el estancamiento económico y social de México y que explican 45 años de crecimiento sostenido a 6 por ciento anual. Y digo Lázaro para que se entienda Andrés Manuel.

Porque eso es lo que tendría que estar haciendo Morena. Por un lado, empujando los grandes compromisos de campaña que mayor dificultad presentan, como la recuperación de la soberanía del subsuelo (consagrada en la Constitución de 1917 y destruida por Salinas, Calderón y Peña), es decir, echar abajo las concesiones mineras tan leoninas hoy, como lo eran las del porfiriato. Y eso sólo puede hacerse con el apoyo de los pueblos y organizaciones de todo el país que luchan contra la minería a cielo abierto, contra las eólicas, contra las concesiones. Como la elevación a rango constitucional de los acuerdos de San Andrés, debidamente actualizados, lo que sólo puede hacerse en diálogo franco con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y del Congreso Nacional Indígena, entre otros actores. Eso implicaría reconocer a escala nacional lo que ya es ley en la Ciudad de México (por impulso de Morena): que México es un país intercultural, pluriétnico, plurilingüe y pluricultural. Recuperando la educación pública de la mano de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Recuperando las playas, desmontando el outsourcing…

¿Dónde está Morena en esas luchas? Por todos lados hay militantes a título personal, pero el partido está perdido en su laberinto.

Arriba escribí por un lado. Por el otro, los militantes de Morena tendríamos que estar brigadeando para explicar lo que se está haciendo. El periódico del partido y los órganos dirigentes deberían ser capaces de mostrar qué es y qué se está logrando en el combate a la corrupción, en los muy exitosos programas sociales, en la mundialmente ejemplar lucha contra la pandemia (lo que, naturalmente, me obliga a decir que deberíamos hacerlo pasada la pandemia), en los proyectos de desarrollo, etcétera, para darnos armas a los militantes y brigadistas para contrarrestar los nocivos efectos de los medios y las redes ya casi abiertamente golpistas.

Morena no ha cumplido ni ha estado a la altura. El partido lleva dos años perdido en su laberinto y convertido en mera agencia de colocaciones. Ahora, tras un proceso muy cuestionable, pero ya concluido, hay una nueva dirigencia. Espero que Mario Delgado y Citlalli Hernández sean capaces de presentarnos una ruta para sacar a Morena de su laberinto y hacer del partido la gran palanca de respaldo a las acciones y el proyecto del Presidente.

Pd. ¿Golpismo? Sí: un gobernador al que le dicen El Pony (creo) exhibió en Twitter su soberbia, su estulticia, su desprecio por la ley, sus pleitos con la sintaxis y la gramática y su enorme ignorancia en historia. Les cuento lo que hizo y cómo le expliqué al gobernador lo que significa invocar a traidores como Bernardo Reyes y Santiago Vidaurri de la manera en que él lo hizo: https://elpresentedelpasado.com/2020/ 11/05/bernardo-reyes/

Twitter: @HistoriaPedro

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