31 cosas de uno… o de dos

Jonathan Núñez

1

Decadentes entre el fuego de la rabia contenida, perdidos en las sombras descompuestas de nuestras siluetas ahora frías, ausentes, muertas.

 

2

Cuando más desapegado de ti me siento, me sorprende la madrugada viendo el techo, esperando que te vaya bien, esperando que vuelvas con bien, esperando verte de nuevo, esperándote.

 

3

Hotel, dulce hotel.

 

4

Te voy a escribir esto, después de que no pude decírtelo de frente, o no quise, o no debí. Mientras estoy escuchando un recital de Benedetti donde también canta Daniel Viglietti, pienso en todas las cosas que me acabas de contar hace apenas unos minutos, antes de irte. Tengo tantas ideas metidas en la cabeza y tantas preguntas y tantos detalles que no había visto, por ejemplo, que los apellidos de quienes escucho terminan en “ti”. Pero de tantas cosas que suenan a enjambre dentro de mi cráneo, me quedo con una: Tu huella.

Las personas dejan huella siempre, por mínimas que sean: las hay dolorosas, encantadoras, inspiradoras, incómodas, frías, ardientes, profundas, someras o las que son una mezcla de todo tipo. Tu huella es de éstas últimas y ¡qué dicha!, no hay mejores huellas que las que te obligan a aprender y en medio del proceso te ayudan a crecer.

Siempre las pláticas a solas contigo me dejan contento, sobre todo si me cuentas tus pretensiones, tus pasiones, tus ideas, con el brillo en tus ojos que tantas veces me llenaban y me derramaban y me hacían sentir el chico más afortunado del mundo. Hoy volví a sentir lo mismo a su manera, porque los contextos son distintos: tú estás allá y yo acá o al revés. Sin embargo, me volviste a derramar.

Sigo sintiéndome afortunado, porque te conozco, no como la palma de mi mano, pero te conozco al fin. Tal vez te conozco (quiero pensar) como ningún otro chico lo hace, sin decirlo en un sentido ególatra ni de superioridad, sino de plenitud, y con el deseo de que otras personas te conozcan de esa manera, que es la única, lo demás serán acaso intentos.

Se abren nuevos caminos para ti y para mí, como dije, cada uno en su lado, pero esos caminos, todos, tienen bien marcada tu huella.

 

5

– ¿Quieres que te lea la mano?

Me dijo, tomándomela sin esperar mi respuesta, extendiéndola frente a sus ojos color ámbar, sin dejar esa sonrisa divertida típica en ella.

-Ésta línea dice que una chica te vuelve loco y que te casarás con ella; tendrán 3 hijos, para que te vayas preparando.

10 años después, sigue bromeando con ese cuento de que sabe leer manos, y hasta enseña su «don» a nuestros tres pequeños demonios que tienen sus mismos ojos y la misma sonrisa.

 

6

La nada se volvió todo con lo indudable de su boca, el carmín le revivía los labios dormidos por mucho tiempo, sólo importábamos ella y yo, teniendo a la luna por testigo.

 

7

Con tu bandera de libertad y emancipación, bien sabes a lo que me refiero cuando digo que siempre serás mi chica.

 

8

Un día de estos las y los abuelos serán eternos, y todas y todos los nietos los escucharemos con ojos maravillados. Un día de estos las cárceles ya no encerrarán inocentes. Un día de estos nos daremos cuenta de que la vida no es miel sobre hojuelas, pero sí es miel y hojuelas y a veces se mezclan, como pueden mezclarse tu todo y mi nada, por supuesto, un día de estos.

 

9

Cuando hablo de patria

No hay más patria que la república de tus piernas, donde mil y una noches nos fundamos. Nunca necesitamos banderas, teníamos nuestras lenguas, nuestro sudor, nuestras pláticas cargadas de intimidad; por todo ello, era capaz de enlistarme para guerrear por su defensa. Ahora veo ruinas, pero bien dicen que donde hubo fuego, cenizas quedan.

 

10

En un mundo en guerra, a veces no importa el siguiente día.

Importa mucho menos si tengo tu mano junto a la mía.

 

11

No voy a decir tonterías como por ejemplo que sus ojos son dos luceros que alumbran mi camino, ni que son mi fuente de inspiración, tampoco diré que son mi vida entera… pero confieso que no me canso de verlos.

 

12

De lunes a domingo

Aunque no me regañabas diario, a diario extraño tus regaños. Aunque no me aconsejabas diario, a diario extraño tus consejos. Aunque no me hicieras falta diario, a diario me haces falta.

 

13

A ti no puedo decirte adiós…

No es mentira, I’ve got you under my skin. Veo tus ojos en mis ojos y siento tus manos en las mías, sobre todo cuando estás más lejos que de costumbre, en el rincón donde sólo te alcanzo a través de los recuerdos.

Platico contigo sin tu presencia para pedirte perdón por tantas cosas que no hice, pero más por las que sí llevé a cabo sin pensar en ti. Tal vez por eso no te vas, o mejor dicho, no te dejo ir. Y ya no sé si eso es un acto más de mi egoísmo.

Me preparo a diario para dejarte ir, sin decirte adiós, como hoy, como siempre.

 

14

En tus ojos veo lo que sos,

me pierdo en ellos, con ellos,

me pierdo en vos.

 

15

Despertar en una cama que no es la nuestra, sin tus muslos sobre los míos, es jugar a vivir, y para juegos, sólo los que inventábamos valen la pena.

 

16

Cuando te vuelva a ver haré de cuenta que no te conozco, que recién me cruzo en tu camino, que encontramos miradas y me vuelves a dejar pensando en ti todo el día. Tal vez así me reconozcas nuevamente.

 

17

Nunca esperé nada de ti, salvo la continuidad de las noches de pláticas interminables, el viaje por América Latina, la vida juntos en la casa soñada de cocina grande, los dos hijos y la vejez cursi.

 

18

En las noches sin ti, el cigarro y la cerveza no saben igual. A veces pienso que tu aroma les cambia el sabor y se hacen más agradables para mi paladar maltrecho, o será que los minutos pasan despreocupados cuando estoy escuchándote y viéndote al mismo tiempo, aun no sé cómo logro hacer dos cosas al mismo tiempo, esas dos cosas para ser exactos. Lo que sí es seguro es que cuando te pienso mientras tomo y fumo, me siento menos solo, aunque te encuentres lejos.

 

19

Hoy llueve aunque no caiga agua del cielo, llueve diferente. ¿Recuerdas cuando nos empapábamos bajo la lluvia como idiotas? Yo sí, y al recordarlo sonrío, igual, como idiota. Hoy llueve diferente, no llueve de hecho… llueves.

 

20

Muchos llaman amor a darse besos en los jardines, a tomarse de la mano mientras se camina o a jurarse fidelidad. Yo en cambio, le llamo amor a encender el calentador en las mañanas mientras sigues acostada, a discutir de temas banales y también de los importantes, a irme caminando a casa para tardarme un poco más y evitar tu cara seria cuando estamos enojados. También a los ratos en donde nada importa si te veo, o al instante que dura el pronunciar tu nombre, o a la comida con tu toque, a lo bien que me siento cuando sonríes. Le llamo amor a estar contigo o sin ti, pero siempre compartiendo la vida, mientras nos dure esto.

 

21

Mil novecientos ochenta y nueve por mil cuatrocientos noventa y dos es igual al número de noches que he querido contarte mil novecientas ochenta y nueve mentiras por mil cuatrocientos noventa y dos motivos para decirte que no eres todo en mi vida, pero de que me faltas, me faltas.

 

22

Yo hacía como que trabajaba, pero siempre te veía por encima de la pantalla de mi computadora. Era una delicia mirarte de esa forma, frente a mí, concentrada en lo tuyo. Supongo que también era una delicia mi mirada concentrada en ti.

 

23

Todavía disfruto verte dormir mientras sueñas con otro mundo, porque cuando duermes y yo te observo, nada me importa. Eres tú delante de mí, soy yo admirándote. Somos.

 

24

Platico contigo mientras camino, aunque tú no vengas acompañándome. Ya sabes que es mi costumbre hablarte siempre. De esa manera tu ausencia es menor. Pero, ¿qué es una plática sin que me escuches? … a veces lo es todo.

 

25

Observaba sin cansancio las huellas que dejabas en la arena tras de ti mientras caminabas por la playa. Yo hacía como que buscaba conchitas, que luego te regalaría de a montones. Tú en cambio, sólo caminabas a decenas de metros delante de mí, ensimismada en tus pensamientos con la mirada perdida en el horizonte donde el mar se juntaba con el cielo. Ni tus huellas, ni las conchitas, ni el cielo, ni el mar importaban, sólo tu figura a lo lejos, caminando, con tu mente creando posibilidades, con tus pasos tranquilos. La playa ya no es la misma, es nada más que arena y mar y cielo, sin tus huellas, sin tus sueños, sin ti.

 

26

Ando que te busco, queriendo tus ojos que besan, tus labios que abrazan, tus brazos que leen y tus pies siempre bien puestos en el cielo. Ando que te busco, sin encontrarte.

 

27

Prometo ya no amarte, aunque a veces te extrañe hasta dolerme.

 

28

Las calles son más largas cuando camino pensando en todo, menos en ti.

 

29

Del aguardiente entre mi garganta

nacemos los dos:

nace mi recuerdo hecho lluvia

y con la lluvia vos.

 

30

La verdad es implacable cuando me dice que tus piernas ya no son mías, que nunca lo fueron. La distancia es más cruel, me separa de tu mirada con quién sabe cuántos recuerdos de por medio. Lo peor es esta soledad, que, aunque debiera estar vacía, está tan llena de ti sin tu presencia.

 

31

Hoy, como muchos días atrás, no estamos juntos…

El compartir clases, el acercamiento, el coincidir en ideas, las películas, las canciones, el conocerse, el sentirse, el valorarse, el valorarse más, las esperas, el verla andar, el verla ir y venir, el encontrarnos, el vernos, el vernos de nuevo, y de nuevo, y de nuevo, los mensajes de texto, el cuaderno que servía de diario y su contenido, las risas, las dudas, el reconocimiento, el dejarse llevar, el arrojo, los nervios excitantes, el tacto, las miradas, los susurros en el oído, las propuestas indecorosas, los besos, las caricias, las mordidas, el sexo, las experimentaciones, el agotamiento, el sí… el sí, los colores en el aire, el ánimo al tope, el aprender, el enseñar, los conciertos, las obras de teatro, las novelas, los poemas, el café, los cigarros, la cerveza, las compras en el súper, la cocina, los platillos preparados y los comprados, las salidas a cenar, los regalos, los actos sorpresivos, las caminatas por las calles, la vista del cielo con nubes o sin ellas, las estrellas, la luna, el sol, los volcanes, las siestas en los jardines cobijados por la sombra de un árbol, las caminatas bajo la lluvia, los trayectos en ruta o en taxi o en bicicleta, los campamentos en la playa o en la montaña, los viajes, las andanzas con mochilas sobre los hombros, los chistes malos, los buenos, las noches de hotel, las pláticas profundas y las banales, los días en el mismo espacio, las duchas con agua caliente, la ropa ordenada, la desordenada, la habitación exacta, la habitación hecha un caos, los cuerpos abrazados bajo las sábanas, los despertares, los planes, las utopías, los sueños, el trabajo entre dos, el individual, las preguntas tipo ¿cómo te fue?, los descubrimientos narrados con emoción desbordante, el vino y las celebraciones, las familias compartidas, el apoyo incondicional, el condicionado, los acuerdos y los desacuerdos, los nervios y las inseguridades, la distancia, los problemas, los regaños, los señalamientos, las discusiones, las equivocaciones, los arrepentimientos, las desveladas, las madrugadas, el insomnio, las pastillas para no soñar, el equivocarse de nuevo, los 19 días y 500 noches, el reconocer las fallas, el sentirse solo o aparentemente solo, el saberse solo, el estar solo, el echar de menos, el suspirar con dolor y después con resignación, el conocer personas nuevas, el intentar y reintentar, el fracasar y volver a intentar con otro fracaso, el no querer saber de ella, la necesidad de no saber de ella, el no saber de ella, el vacío, el gris, el negro y nuevamente el gris, el conocerse y reconocerse a sí mismo, el yo, el otro, los otros, el mundo, el tomar partido, el asumir, el anhelo, el futuro mejor, el futuro de todos y para todos, el blanco, el volver a aprender, el rectificar, el renovarse, el ser uno mismo pero diferente, el verla pasar caminando sola o con alguien, el verla pasar caminando sola, el verla pasar caminando, el verla pasar, el verla… el verla. Hoy, como muchos días atrás, no estamos juntos, pero cuento los días para verla…

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