Los huérfanos de la Guerra
Por Marisa Mesina
La Guerra contra el Narcotráfico ha sido uno de los episodios de la historia de México que sin duda, a dejado muchas marcas en las personas que habitamos este país. Del 2006 al 2012, en México gobernó Felipe Calderón y fue el personaje principal que protagonizó esta historia, mejor conocida como la guerra del narco.
Había un motivo que argumentó el presidente para justificar su proyecto personal: el creciente consumo de drogas, hecho que afectaba principalmente niños, niñas y adolescentes y que indicaba claramente que México ya no era solo un país de paso para el narcotráfico, sino que se estaba convirtiendo en un país de consumidores; había un “héroe”: Calderón, quién quería ser visto de esa manera por la ciudadanía y estaban los malos; los narcotraficantes, los enemigos a vencer.
Calderón buscaba legitimarse. Su llegada al poder no había sido fácil ya que había entrado por la puerta de atrás en su gobierno, en medio de protestas que consideraban su designación como un fraude electoral. Necesitaba validarse como buen soberano ante la ciudadanía. Buscaba la aprobación de las masas. La guerra contra el narco, como comúnmente se le denominó, fue su proyecto político y abarcó todo su sexenio.
Los medios de comunicación nos vendieron esta historia casi como una película épica hollywodense, donde se insistía en los avances que el presidente iba teniendo en sus acciones en contra de los cárteles que perseguía. El proyecto de comunicación le otorgaba cobertura para ensalzar cada paso que daba como un logro de su gobierno.
Contrario a lo que se esperaba, la guerra exacerbó el consumo de drogas, la penetración del crimen en las estructuras de poder y un despliegue militar en todo el territorio mexicano, con sus excesos en el ejercicio del poder.
Calderón sostuvo este proyecto a pesar de que la ciudadanía no lo respaldaba, cayendo en una contradicción evidente, ya que lo que buscaba era legitimarse y lo que obtuvo, fue desaprobación y desencanto.
Las razones de esta reacción tiene que ver con el abandono de las víctimas. Los efectos colaterales de la guerra nunca fueron atendidos y no se construyó una política pública que previera como no afectar a la ciudadanía ni como resarcir el daño a quienes sufrieron en si mismos o en sus familiares las consecuencias.
Muchas veces la ciudadanía lo enfrentó y le señaló su falta de sensibilidad y su abandono, ya sea por declarar culpables a personas inocentes que fueron asesinadas en esa guerra o porque dejó sin ningún tipo de apoyo a quienes sobrevivieron a la misma. El gobierno no estaba preparado para las consecuencias de sus propios actos.
The Washintong Post afirma que fueron mas de 350 mil muertos, entre narcos y víctimas colaterales, muchos de los cuales eran padres o madres. El número de huérfanos, según la Red por los Derechos de la Infancia en México, fueron más de 40 mil, los cuales no recibieron apoyo de las autoridades, porque no se previó que hacer con ellos. No hubo una sola acción pública del gobierno federal a favor de ellos. Muchos de estos niños, al encontrarse en el abandono, fueron reclutados por el narco para hacer , otros, desaparecieron, fueron desplazados o asesinados. Su mundo se acabó. Aquellos que debían cuidarlos no existían más y ellos quedaron a la deriva. Nunca el gobierno de Calderón se preocupó por ellos. Nunca hubo una mano que se tendiera hacía ellos. Muchos eran hijos e hijas de aquellos que eran los malos en esta guerra. ¿Eso era suficiente para ignorarlos?
Para leer más:
Cervantes Porrúa, Israel (agosto 2017). El drama de Felipe Calderón en la guerra en contra del narcotráfico. Andamios vol.14 no.34 Ciudad de México. Obtenido de la red mundial el 26 de febrero de 2023 en: https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-00632017000200305