La salud mental es importante pero ¿qué hacer cuando cuesta más que el salario?
La salud mental es importante, pero (a veces) cuesta más que lo que se gana
En esta semana conmemoramos el Día Mundial de la Salud Mental (10 de octubre) y aunque es un tema que cada vez se aborda más desde distintos ámbitos y aristas, estamos lejos de que tener salud mental sea un realidad para todos y que el acceso al cuidado de la misma, esté al alcance de la mayoría.
Y es que no solo todavía no normalizamos pedir ayuda a algún profesional, tampoco se nos ha educado al respecto, no se nos enseña a gestionar nuestras emociones, a hacer introspección, a analizar lo que sentimos. Vivimos en una sociedad donde lo que nos molesta o angustia, nos carcome por dentro provocándonos todo tipo de neurosis y padecimientos que nos han de acompañar por años…si no es que han de acabar con nosotros.
Además, cuando alguien se decide a cuidar de su salud mental y pedir ayuda, ha de enfrentarse a la saturación del Sistema Público; que aunque luego de la llegada del Gobierno de López Obrador al país, ofrece un mayor cuidado y acceso a citas psicológicas, psiquiátricas, así como medicamentos que sean requeridos por estas últimas citas, todavía no alcanza a ofrecer a quienes lo requieren un seguimiento tan constante como el que algunos padecimiento pueden necesitar.
Entonces queda acudir a los psicólogos y médicos privados. Imaginemos que una persona solo requiere del primero, una sesión de una hora a la semana, le costaría un aproximado de 500 pesos. Al mes serían dos mil pesos invertidos en este rubro de su vida.
Estos dos mil pesos al mes, son el 38% del salario mínimo vigente, que actualmente asciende a 5 mil 255 pesos al mes.
Y es que aunque para las personas que ganan más que el salario mínimo, está cantidad puede parecer poco, hay que tomar en cuenta datos como el que reportó el Sol de México en enero de este año, los cuales, de acuerdo al INEGI, arrojan que en el país 6 de cada 10 trabajadores perciben ingresos mensuales inferiores a los 8 mil pesos.
Con estos números en mente, supongamos que alguien no solo necesita del psicólogo, sino también del psiquiatra, entonces a la consulta de 500 pesos a la semana, hay que sumarle otra de entre unos 800 a mil pesos, más las medicinas si estas son requeridas.
Es decir, a los dos mil pesos mensuales habría que sumarle como mínimo, otros cuatro mil, esto sin tomar en cuenta la medicación que se pudiera necesitar. Es decir, poder ir a los dos profesionales por nuestra propia cuenta, nos costaría unos 6 mil pesos al mes, por lo menos.
Imposible para alguien que con ocho mil pesos o menos debe cubrir todas su necesidades cotidianas y más aún para alguien que solo gana los 5 mil 255 del salario mínimo.
Por experiencia propia puedo agregar, que la medicación psiquiátrica no es barata y de necesitarse, le podría llegar a costar a la persona lo mismo, el doble e incluso más que lo paga por la cita con el psiquiatra.
Toda esta suma de obstáculos y seguramente muchos otros más que pueden salirse de mi rango de consideración, han llevado al país a tener estadísticas como las que reporta el Instituto Mexicano para la Competitividad que dan cuenta que en 2018, una de cada cuatro personas de 18 a 65 años presentaba algún trastorno mental, lo que equivalía a 15 millones de personas.
O las del economista que afirma que solo dos de cada 10 personas con algún problema o condición mental y que requiere de atención, logra recibirla.
No solo es momento de que hablemos más de la salud mental, es momento de que la aterricemos en acciones concretas y tangibles. Es momento de que deje de ser privilegio para ser un derecho, por fin.
Es momento de que la familia, los centros de trabajo, gobierno e iniciativa privada tomen responsabilidad de lo que les toca a cada uno, porque no solo se trata de atender la salud mental, también de cuidarla con políticas públicas que ayuden a la calidad de vida, con culturas laborales al interior de las empresas y dependencias que hagan que en estos espacios haya un ambiente sano, que las carga laboral y jornadas sean justas, que haya perspectiva de género y demás consideraciones.
Espero que en próximos 10 de octubre, las estadísticas con motivo de esta conmemoración sean otras y que no se necesite ganar “equis” salarios mínimos para poder acceder y cuidar de la salud mental, que se caiga del estante del privilegio de clase, para que llegue a las manos de todos los mexicanos.