Abolir el horario de verano
Por Vladimir Parra
Columna: Estación Esperanza
«Es mínimo el ahorro y es considerable el daño a la Salud. Sí hay mucha posibilidad de quitarlo, pero vamos a exponer el porqué». Andrés Manuel López Obrador
Los primeros días de enero de 1996, a tan solo un año de que Ernesto Zedillo tomara posesión como presidente de México, entró en vigor el “horario de verano” de manera oficial en todo el país, con el supuesto fin de aprovechar al máximo las horas limitadas de luz diurna y reducir el gasto de luz eléctrica y, por lo tanto, de los combustibles usados para su generación.
El entonces secretario de Energía, Jesús Reyes Heroles y el director general de la CFE, Rogelio Nasca Neri, anunciaron que a partir del primer domingo de abril, y hasta el último domingo del mes de octubre de cada año, entraría en vigor dicho horario para lograr un ahorro de energía del 7.3 por ciento en 4 años, lo que representaría un ahorro de $560 millones de dólares.
Fue así como más de la mitad de México perdió “una hora de vida” la madrugada del domingo 7 de abril. Medida que causó molestia en el sector privado, pues consideraban que no había ningún beneficio. A pesar de ello, el entonces Gobierno Federal repetía en medios de comunicación que, “diversos sectores sociales solicitaron (…) que se adoptaran dichas medidas” debido a los beneficios económicos y sociales que brindaba, según las experiencias de numerosos países donde fue aplicado. (Rivera, Luis E. El Universal. 5 de enero de 1996).
Hoy, 26 años después de la implementación del horario de verano, el presidente López Obrador ha enviado una propuesta a la Cámara de Diputados para abolirlo, pues no existen ahorros significativos. En 2021, el ahorro fue de 537 gigawatts por hora, es decir, $1,138 millones de pesos. Solo el 2 por ciento del consumo nacional de electricidad. Mientras tanto, la reducción de emisiones por gases de efecto invernadero, como mucho, llegó al .07 por ciento.
Por otro lado, hay pruebas de afectaciones a la salud por el desequilibrio en el reloj biológico, tales como somnolencia, irritabilidad; falta de concentración, productividad; y el aumento de infartos, especialmente tras la primera semana de implementarse.
Por último y más importante, tampoco existe un respaldo social al horario de verano, pues según datos de la Secretaría de Energía, 71 por ciento de los mexicanos lo rechaza.
Por todos estos motivos, nuestro Presidente pone sobre la mesa la eliminación del horario de verano, pues más que nunca se antepone la salud y bienestar de la población, antes que los intereses económicos.