¿Cuál es el trasfondo real de la negación a la Consulta de Revocación de Mandato?
Por Santiago Chipres
Si hay algo que incomoda a la oligarquía y a los potentados que se sienten amos y dueños de México, es la participación directa del pueblo en las decisiones de trascendencia nacional.
La negativa de la oposición a los ejercicios de democracia directa viene de un profundo menosprecio a la opinión popular, el darle “Todo el poder al pueblo” significa la tumba del sistema antidemocrático que plantea que la democracia solo es elegir un gobernante cada seis o tres años.
La participación critica-participativa del pueblo significaría un gran avance en nuestra todavía insipiente democracia, pues abriría el camino para que elevar el debate público, ampliándolo no solamente a los actores o partidos políticos o “lideres de opinión”, si no por el contrario participarían diversos actores de la sociedad civil, obreros, amas de casa, maestros rurales etc.
Diversos medios de comunicación tradicionales e intelectuales orgánicos al servicio del viejo régimen han dirigido su línea discursiva al terreno en donde la consulta de revocación de mandato parezca ser un ejercicio “innecesario” y “costoso” cuyo fin es la “Medición de la popularidad” derivado del “ego” del presidente. Para comenzar desarticulando estas infamias podríamos partir de que el recurso económico necesario para realizar la consulta ya esta dentro del presupuesto anual del INE, además de que la negativa de los consejeros electorales no plantea soluciones, bien podrían ajustarse a un plan de austeridad al interior del instituto, el cual es conocido por tener un consejero presidente que percibe un salario mayor al del presidente de la república, algo constitucionalmente violatorio.
Respecto al argumento de que la Consulta es una “medición de popularidad” resulta algo propiamente muy irracional, cuando hace apenas unos meses una de las consultoras con mayor prestigio en el mundo, daba al presidente Andrés Manuel López Obrador el titulo del presidente con la mayor aceptación en el mundo con un porcentaje del 69%, no se necesitaría ser muy inteligente para pensar que seria absurdo que la consulta fuera para medir la popularidad.
Lo cierto es que nuestros futuros gobernantes elegidos mediante el voto en elecciones deben someterse ejercicios de legitimación en donde el pueblo decida si continúan con su cargo o no.
¿Qué hubiera pasado si a mitad de su sexenio se le hubiera consultado a la gente si quería que Peña Nieto continuara?, o a Zedillo después del FOBAPROA o a Carlos Salinas de Gortari después de la privatización de cientos de empresas propiedad del pueblo.