El neoliberalismo y su frase «la ley no se consulta»

Por Manuel Vega Zúñiga*

Dice Miguel Cabronell que él no entiende cuál es el propósito de la consulta popular que se llevará a cabo el día de mañana 1 de agosto. Lo dice en un artículo de opinión que se intitula “La ley no se consulta”. Sui generis título que evidencia el profundo fetichismo jurídico en el cual se encuentra atrapado el constitucionalista neoliberal, vaca sagrada de la enseñanza del derecho constitucional entre estudiantes poco cautos y nada críticos en las facultades de derecho en México.

“La ley debe acatarse y ninguna autoridad debe escudarse en alguna supuesta voluntad popular para decidir sobre la aplicación de sanciones”, dice Carbonell. Y agrega: “Es una apuesta muy perversa la que se emprendió al poner a consideración popular la aplicación o no aplicación de la ley.”

Primero, no se está sometiendo a consulta las facultades constitucionales de la Fiscalía General de la República. Así que el constitucionalista tramposamente quiere hacer creer que la consulta sería en realidad, un cheque en blanco para la impunidad. No entiende nada. Pero lo más relevante, su argumento sobre “alguna supuesta voluntad popular…” si la voluntad popular es supuesta, entonces la soberanía nacional ya no residiría esencial y originariamente en el pueblo, como dispone el artículo 39 constitucional, siguiendo el espectro del republicanismo constitucional propio de las revoluciones liberales europeas, sino que ahora habría que expresar en el texto constitucional lo que es: que la soberanía nacional ha sido erosionada y paulatinamente suplantada por la voluntad mercantil de entes bien concretos y objetivos como las empresas transnacionales y los organismos internacionales al servicio del capital global.

Para cerrar con broche de oro su texto, Carbonell afirma que: “Despilfarrar cientos y cientos de millones de pesos en una consulta que no tendrá efecto práctico alguno es una grave irresponsabilidad. (…) Habiendo tantos y tan relevantes temas en nuestra agenda, no sirve de nada perder un minuto en una consulta intrascendente como la del próximo domingo.”

El neoconstitucionalista neoliberal no entiende que no entiende y no es capaz siquiera de intuir lo que un ejercicio democrático como la consulta popular significa en términos organizativos, a ras de suelo, en términos pedagógicos, para la cultura democrática, y que la suma de conciencia popular, organización política de masas, y cultura democrática, son armas potentes para la lucha plebeya. Pero ni necesito explicárselo. Eso no lo enseñan en las facultades de derecho ni se explica con una teoría de las normas.

Tal vez sea un mal endémico del gremio, por la configuración ideológica que adquieren los juristas para entender la realidad, la política, la economía, la democracia, en términos normativos y en clave liberal. Quizá por ello es más fácil que sociólogos, filósofas, politólogos, historiadoras, amas de casa, jóvenes, estudiantes, campesinos, trabajadoras y trabajadores asalariados, puedan entender con mayor profundidad qué es lo que le subyace a un ejercicio democrático como la consulta popular.

Por ello es que politólogas anticapitalistas como Concepción Delgado Parra, sostienen sin ambages que: “El dilema que pretende resolver la cuestión no se refiere al hecho de aplicar o no la ley, sino a conocer la opinión de la ciudadanía acerca de si debe llevarse a cabo la reparación de los agravios cometidos por los expresidentes en el pasado. (…) Participar en la Consulta Popular influye en la conformación, ejercicio y control del poder político. Pero, no solo eso, abre un espacio invaluable de expresión ciudadana para manifestar directamente su opinión en torno a temas públicos que la involucran. Por ello, desalentar la participación y promover que la gente no acuda a votar el 1 de agosto, prefigura una práctica antidemocrática, cuya consecuencia se revela en el despojo del derecho ciudadano a intervenir en la toma de decisiones públicas.”

O filósofos revolucionarios como Ignacio Ellacuría, afirmen en la lucha por la democracia plebeya: «Que el pueblo haga oír su voz, que el pueblo reflexione (…) Que reflexionen sobre la situación del país, que exijan ser bien informados, que hagan sentir cómo se necesita cuanto antes un desarrollo económico profundo del país, cómo se necesita que se resuelva su problema de injusticia, es decir, que el pueblo haga sentir su voz».

*Manuel Vega Zúñiga, abogado por la Universidad de Colima. Maestro en Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

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