El caso de una obra inconclusa o la crónica de una derrota anunciada
Por Armando Aguilera
De mi viejo y sabio maestro de Historia de México aprendí la necesidad de conocer nuestro pasado para evitar cometer los mismos errores en el presente que tienen un alto costo social; en una de las discusiones sobre la Generación de la Reforma salió a colación un pensamiento de Juan Álvarez en relación con la honestidad. “Pobre entré a la Presidencia y pobre salgo de ella; pero con la satisfacción de que no pesa sobre mi la censura pública, porque he dedicado desde mi más tierna edad al trabajo personal , de manejar el arado para sostener a mi familia, sin necesidad de los puestos públicos donde otros se enriquecen con el ultraje de la orfandad y la miseria” una lección de ética política y de honestidad para muchos que detentan o aspiran a un puesto público.
Teniendo como marco este pensamiento me pregunto ¿por qué la mentira se normaliza entre los políticos que piensan engañados que engañan al pueblo? hace unas semanas se dio la noticia que se inauguraba el G5 después de un polémico préstamo, que generó conflicto y puso en entredicho a muchos diputados que con artimañas lograron que se aprobara, pero hace unos días un video muestra que este edificio es un elefante blanco, que como muchas obras de los pasados gobiernos no se concluyó, que es fachada y que al interior falta personal y equipo para que cumpla con la función que se utilizó como pretexto para ser construido, se ven espacios vacíos, monitores sin funcionar y lo peor pisos de tierra, en síntesis una obra inconclusa.
Esta situación es grave y no se pregunten porque la gente votará en contra de su coalición, hechos como este, no hay forma de negarlos, como no hay forma de negar el descuido en que estuvo el Estado durante este sexenio, que prometió que viviríamos seguros y felices, el pueblo sabe a quienes si viven seguros y felices a costa del erario público, del endeudamiento que tendremos que pagar los colimenses. Es fácil entender que este sólo es un botón que muestra la forma de actuar de los políticos de siempre, que por mas de 92 años han hecho del despilfarro y la transa un forma normal de hacer política, desde rasurar las partidas, falsificar notas de compra, financiar campañas para después ocupar puestos públicos para desviar dinero que se convierten en ranchos, casas, edificios, hoteles, departamentos de lujo y muchos etcéteras.
Cuál es la explicación que se dará para justificar (si es que se puede justificar) que se inaugura un edificio que no se ha terminado y que tampoco está equipado, pero que costó más de lo que inicialmente se había presupuestado. El pueblo de Colima merece una explicación no una justificación de esa irregularidad, los diputados tienen la palabra.
Se puede mentir y engañar con cifras pero no a la historia ni al juicio del pueblo, que harto de esta forma de gobierno que ha enriquecido a unos cuantos a costa de la pobreza de muchas familias colimenses, de los sueños de jóvenes que sin trabajo caen en las garras de la mafia organizada y después engrosan las listas de los desaparecidos, seguro les cobrará la factura al partido que hizo llegar al actual gobierno y a los que hoy son comparsa de la crónica de una derrota anunciada.
El pueblo no es tonto, el pueblo es bueno pero no despierten al león y no quieran engañarlo con el discurso que van a salvar a Colima, quienes siendo “ servidores públicos” se llenaron las bolsas de dinero y ahora se dicen salvadores se escandalizan con el producto de sus actos, eso es una falacia que el pueblo no les cree y lo demostrará en las urnas este 6 de junio, al tiempo, que es poco.