La mordaza

El despertador

Por Oscar Donato

“Si no creemos en la libertad de expresión
para la gente que despreciamos,
no creemos en ella para nada”.
Noam Chomsky

Para nadie resulta extraño que la plataforma más famosa del mundo —Facebook— cuenta con tantos usuarios, que sólo está por debajo de los seguidores del cristianismo.

Esto nos da una idea de la influencia mediática que tiene no sólo en los usuarios, sino en aquellos que incluso no tienen una cuenta todavía. La lluvia de información, de opiniones e ideas; modifican, manipulan y en algunas ocasiones cambian nuestra manera de pensar sobre el mundo.

En las últimas semanas se ha venido dando el debate sobre si es correcto que las televisora y plataformas digitales más influyentes —Google, Amazon, Twitter, Apple, Facebook y otras— censuren al todavía presidente del aún país más poderoso del mundo.

Lo pudimos ver y escuchar de los columnistas de opinión y periodistas —por increíble que parezca— defendiendo el hecho. Otros, defendimos la libertad de expresión pese a que no estamos de acuerdo con las opiniones e ideas del indefendible presidente estadunidense Donald Trump. En mi opinión, no somos lo que debiéramos alentar el camino de la mordaza.

El imperativo debería ser el de informar los hechos y acontecimientos, que pese a la controversia que originen, se debe velar por el derecho de la audiencia a la información.

Tener presente que el columnista de opinión o periodista, tiene la oportunidad de investigar, criticar, y si resulta el caso, de evidenciar a posteriori si la “fuente” dice o no la verdad.

Máxime, si la fuente resulta ser el presidente de una nación. ¿Se pensó acaso en el derecho a la información de la otra gran parte de votantes republicanos?

La semana pasada el presidente Andrés Manuel López Obrador, criticó con dureza a Mark Zuckerberg, dueño de la plataforma Facebook. De nueva cuenta el debate se puso en el frente. De la misma forma, que, en el incidente de censura por las televisoras, unos lo defendieron y otros consideraron que fue una flagrante censura. Los defensores de Mark, alentados por algunos medios de comunicación convencionales, argumentaron que era necesario ante el supuesto llamado de insurrección del presidente Donald Trump.

En ese sentido, criticaron al presidente mexicano por su reproche a la censura por parte del joven dueño de la multicitada plataforma. Se sacó de contexto diciendo que él estaba defendiendo al mandatario norteamericano. Los opositores a la cuarta transformación también señalaron con frivolidad, que la plataforma digital enunciada, no es un medio de comunicación y que debe ajustarse a sus normas, por lo que mostraron su beneplácito.

Al respecto, si bien es cierto que Facebook no nació como un medio de comunicación convencional, también lo es que, al decidir implementarlo en el mundo, lo convirtió en uno de ellos, pese a que no esté constituido legalmente como tal. Al día de hoy, ¿quién puede negar que Mark Zuckerberg no es una figura pública? ¿En verdad podemos negar su influencia en el orbe? A través de su plataforma ha reunido a todos los sectores: políticos, económicos, sociales; a los propios medios de comunicación convencionales o no. Por supuesto, es más influyente que ellos. Son pocos en el mundo los que no tienen una cuenta abierta.

Se pretende olvidar, que, en las pasadas elecciones – 2016- del pueblo del norte, el joven fue acusado de permitir que la empresa Cambridge Analytica esparciera información “falsa” y campañas de odio contra la postulante Hillary Clinton, lo que supuestamente, facilitó el triunfo de Trump. Es decir, interfirió en la vida pública de los ciudadanos estadounidenses, y si se piensa, en el mundo entero.

La censura es un acto contrario a las libertades. La represión a la libertad de expresión, venga de quien venga, nos afecta a todos. La terrible manipulación que se ejerce desde Facebook es ilimitada, basta con ver el documental: “El dilema de las redes sociales” (Netflix-2020), para darnos una idea sobre ello. Los propios fundadores denunciaron el riesgo. Las últimas declaraciones del también dueño de WhatsApp, en donde señala que a partir del próximo 8 de febrero dejará un registro de toda tu información y podrá compartirla en Facebook, te agrade o no; ¿muestra o no su arrogancia, su cinismo? En consecuencia, resulta equivocado atacar al presidente mexicano, el único que se atrevió a defender a la libertad de expresión. Si ante los ojos del mundo podemos ver el poder de la élite censurando a un presidente poderoso, imagina que pueden hacer con todos nosotros. No caigamos en el falso debate, ni Donald Trump ni Mark Zuckerberg son inocentes. Sin importar ideologías defendamos hoy siempre a la democracia, a la libertad de poder expresarnos si una mordaza.

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