Avances y retrocesos: A un año de la protesta feminista en el CEDART Juan Rulfo

Por Ana Rodríguez Ramírez

«Una revolución que no se hace sentir inmediatamente en el pueblo, no es revolución». José C. Valadés

El miércoles 11 de diciembre del año 2019, las estudiantes del Centro de Educación Artística “CEDART Juan Rulfo”, replicamos la famosa performance “Un violador en tu camino” creada por la colectiva feminista chilena “LASTESIS” para evidenciar la violencia de género que sufrimos en el plantel educativo por parte de compañeros, trabajadores, maestros y directivos.

Iniciamos con la performance a las 9:00 am afuera del foro, ahí estaban todas y todos los estudiantes, además de directivos, docentes y algunos invitados especiales. Cuando terminamos la performance (a la que le modificamos un poco la letra para que nos representara más) denunciamos públicamente las agresiones de las que habíamos sido víctimas y gritamos los nombres de nuestros agresores, gritos a los que una trabajadora muy valientemente se sumó.

Entre lágrimas y dolor, expresamos cómo la violencia de género nos trastoca día con día no solo en la escuela, sino también en todos los ámbitos de nuestra vida. Para este momento, gran parte de las alumnas, maestras y trabajadoras se habían sumado a compartir sus sentimientos y algunas sus experiencias.

Todo terminó alrededor de la 1:20 pm pero después de lo ocurrido el ambiente escolar no volvió a ser el mismo, incluso ahora, a un año del suceso, todo se siente diferente.

Al día siguiente, las manifestantes nos enteramos de que el Dr. Fernando Figueroa Castell, encargado de la dirección en aquel tiempo, levantaría actas académicas en nuestra contra. Una prueba más de la represión y la violación de derechos humanos y estudiantiles que sufríamos por parte de la dirección, además de la protección que le brindaron a los agresores y las represalias que desataron contra las estudiantes, trabajadoras y maestras que nos animamos a denunciar.

Pero ¿qué pasó después de eso? Me parece importante relatarlo ya que es un claro ejemplo de cómo los movimientos estudiantiles y sociales bien organizados pueden lograr sus cometidos y cómo repercuten en otros espacios, por eso mismo debemos ser muy responsables a la hora de protestar y denunciar ya que cualquier paso en falso puede hacer que se venga abajo todo el movimiento y que pierda legitimidad.

Posteriormente, la Subdirección General de Educación e Investigación Artísticas (SGEIA) se puso en contacto con el Dr. Castell para programar una visita inmediata al plantel y dialogar con las estudiantes y nuestras madres y padres y después hablar con las y los docentes. En esa reunión con alumnas, egresadas y madres y padres de familia nos explicaron con exactitud los procesos de la denuncia, qué características debía de tener, a dónde se envía, qué pasa después de presentar la denuncia, cómo es el proceso de investigación y cuáles eran las sanciones que la SGEIA podía aplicar al docente.

Ahí se presentaron algunas denuncias por escrito, no solo de violencia sexual sino también de abuso de poder y de violencia tanto física como psicológica. Las tres personas que vinieron, dos mujeres y un hombre, siempre nos trataron con respeto, dignidad y nos dieron el voto de confianza desde el primer momento, nos hicieron sentir escuchadas, entendidas y apoyadas.

Ahora, 11 de diciembre de 2020, a un año de la protesta, podemos decir que vamos por buen camino. La primera respuesta favorable de la SGEIA fue enviar a la dirección del plantel a la Mtra. Aida Margarita Vargas Figueroa, una mujer consciente que está muy comprometida con la erradicación de la violencia en todas sus expresiones y la corrupción institucional; fue ella la que le dio seguimiento a las denuncias y gracias a ese enlace al día de hoy hay dos profesores cesados y siendo investigados por los órganos colegiados de la SGEIA, además de las continuas charlas para concientizar y eliminar la violencia de género, también se está promoviendo la cultura de la denuncia con la presentación constante de los protocolos de atención de casos de violencia sexual.

Tenemos claro que aún no hemos ganado la batalla contra la violencia sexual y el abuso de poder en nuestra escuela, pero estamos seguras de que con congruencia, responsabilidad y organización podremos lograrlo.

Se respira esperanza y tener una escuela libre de violencia está dejando de ser una utopía para materializarse.

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