Los enemigos de mis enemigos son mis amigos
Por Marisa Mesina Polanco
Desde hace más de ochenta años, el debate político entre las diferentes posturas ideológicas han llevado a la clase política por diferentes caminos. Solían llamarse partidos políticos. En la búsqueda del poder y del dinero, han inventado todas las argucias posibles.
Esos partidos políticos permanecieron encima del pueblo, con dimes y diretes públicos y negociaciones privadas, que les fue creando la idea, errónea, por cierto, de que sus espacios en la política eran a perpetuidad. En algunos lugares de la república mexicana el viejo régimen sigue operando, aun cuando la presidencia de la república ha sido dada por el pueblo, a un militante de la izquierda que, por más que le buscan, no le encuentran por donde golpearlo.
Ese es el caso de Colima. PRI-PAN-PRD por fin hacen público lo que se ha venido consolidando en el pasado desde ámbitos más privados. Los compadrazgos y alianzas familiares se concretan ahora en alianzas políticas. Lo que alguna vez pareció que eran posturas diferentes, en realidad nunca lo fueron.
El viejo régimen no morirá sin luchar. Ante una situación que no les es favorable, buscan su tabla de salvación: las alianzas. Este 10 de diciembre, formalmente han firmado la carta que pone a estos tres partidos políticos, como aliados en contra de su enemigo común, que es el pueblo.
¿Qué aportará cada uno a la contienda electoral? ¿Cuántos votos le quedan al PRD, cuando hasta el registro local perdió en la anterior contienda electoral? ¿Cuántos votos puede aportar el PRI, cuando obliga a quienes trabajan en el gobierno del estado a “cooperar voluntariamente” para mantener al partido? ¿Cuántos votos aportará el PAN, cuando su militancia se ha visto tan disminuida?
Aquellos que nos dijeron “codos mugrosos” o que llamaron a Andrés Manuel López Obrador “el loco” o que se mofaron de las luchas sociales que abrigó morena en el estado de Colima, ahora se han unido formalmente para dar la última batalla por conservar sus privilegios.
Aquellos que se han llenado los bolsillos de dinero, aquellos que han aprovechado su lugar privilegiado en la política para hacer negocios ventajosos, para ellos, sus familiares y conocidos, se niegan a soltar el poder. Dicen que tienen la experiencia de tantos años en el poder y eso es lo que venderán en campaña.
Bajo la falsa propuesta de ayudar a los que más necesitan, esconden sus verdaderas intenciones. Necesitan el poder para esconder sus pasos en falso. Necesitan el poder para evitar que el pueblo les cobre la factura. Siguen pensando que el pueblo es tonto. Creen que alguien les cree. Suponen que en Colima hay gente que con una despensa de vez en cuando y las camisetas y las gorras y los cilindros que dan en campaña tienen para votar por ellos.
Se han pasado ochenta años abusando del pueblo bueno que creyó en su palabra y quieren seguir haciéndolo. No ven que en Colima las personas ya cambiamos. NO ven que en Colima la limosna de cada seis años en campaña ya no es una estrategia de campaña. No ven que en Colima, la gente ya despertó.
#LoBuenoEsQueYaSeVan