Los vasallos del poder
Por Alan Soto García*
Columna: El Revoltoso
La indolencia, impunidad y corrupción han sido las insignias distintivas de la administración del gobierno PRIÍSTA de Nacho Peralta Sánchez. Cuando el poder está en manos de corruptos, la justicia está al servicio del régimen, y la fuerza policial se convierte en inquisidora de la libertad de expresión.
No queda más que cuestionarnos ¿entonces a quién sirve el Estado? ¿Dónde quedaron los sueños de todos los revolucionarios que con sus huesos pavimentaron el camino a la “democracia”, y con su sangre nutrieron la flor de la esperanza?
De nada sirvió, entonces, la batalla librada por Juárez contra los conservadores, defendiendo la república de los franceses, si diputados como Memo Toscano y Cesar Farías les entregan la patria a los conservadores de esta época: los neoliberales.
Dos días antes del informe de Nacho, los vasallos de la corrupción prepararon el terreno corriendo de su trabajo, a pesar de la pandemia, a hombres y mujeres que no sucumbieron a las seducciones del poder, violando los acuerdos que ellos mismos habían aprobado. Traicionaron, y con su mano derecha en una cruel votación, dejaron sin sustento a más de 20 familias colimenses.
El fin de tan detestable acto era convertir el congreso del estado en un convivo entre amigos, donde los fieles al viejo régimen, pudieran usurpar los mejores lugares, dar el mejor y más fuerte aplauso, la más castrante y vulgar alabanza a nombre del gobernador.
La posibilidad de que la verdad resonara en las calles y en las afueras del congreso, los tenía preocupadísimos, tanto así, que no escatimaron en gastos policiacos; tomaron el congreso con la fuerza del estado, y con la ayuda de los antimotines, cercaron la casa del pueblo, privando a cualquier ciudadano la posibilidad de expresar su sentir.
Aunque todo fue meticulosamente preparado con la finalidad de complacer los caprichos del gobernador, no lograron generar el ambiente de servidumbre y sumisión que dibujaban en su cabeza.
Vladimir Parra Barragán, el líder de la resistencia en el congreso por parte de la bancada de Morena, hizo cimbrar el pódium con un discurso que pasará a la historia; un discurso que quedará grabado en las memorias de todas y todos los colimenses que soñamos desesperadamente con el fin del viejo régimen, lleno de corrupción, liderado por Nacho.
Y es que, en ese discurso, Vladimir encaró a Peralta, cuestionando el precio del silencio de los diputados, con el cual aprobaron su millonaria deuda. Le cuestionó su incapacidad como gobierno frente a la pandemia, reclamó por la muerte de los 7 policías asesinados a sabiendas del gobierno, así como la desaparición de personas en Colima, incluyendo a la diputada Anel Bueno, -“son tiempos de canallas”- dijo el diputado, refiriéndose al gobernador, ante la deuda inmoral aprobada por sus diputados vasallos. Cuestionó por la forma en la que, públicamente, Nacho Peralta aceptó no tener el control del estado frente al crimen organizado.
Después de una lista de verdades incómodas para el Gobernador, Parra finaliza su discurso, diciendo… “por eso, nosotros continuaremos defendiendo la dignidad de los colimenses, pero sobre todo, la dignidad de las clases populares” . Y es que, cuando “un Estado no procura la justicia, no es más que una banda de malhechores” dijo Parra al citar a Tolstoi.
Todavía queda un año, todavía el espurio seguirá «gobernando», sus artimañas se intensificarán, y con el dinero de sus empresarios comprarán a los medios de siempre, y con las mentiras de sus columnistas, intentarán engañar al pueblo de Colima como lo han hecho por tantos años. Con sus porros y policías, calentarán las calles, sembrarán el discurso de odio, que hace justicia a su naturaleza fascista. Que se cuiden todos aquellos que supongan el más mínimo peligro a sus intereses, pues serán el blanco del ataque de este desesperado monstruo agonizante.
La noche es larga Colima, y cada vez, se torna más oscura, pero es natural, pues entre más cerca se encuentre el Sol del poniente, más espesa se vuelve la sombra.
La esperanza en Colima se mantiene viva, la chispa de la democracia amenaza con incendiar a los votantes con la llama de la hartazgo en las próximas elecciones, para enterrar, de una vez y para siempre, a los vasallos del poder.
*Alan Soto García es estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Colima.