La paradoja de la tolerancia

Por Alan Soto García

Columna: El Revoltoso

“Tenemos por tanto que reclamar, en el nombre de tolerancia, el derecho a no tolerar la intolerancia.” Karl Popper

El pasado domingo 23 de Agosto el Ayuntamiento de Colima dirigido por Locho, se convirtió en noticia a nivel nacional después de que la secretaria del Ayuntamiento hiciera una publicación homofóbica en su perfil de Facebook donde señala que la homosexualidad “es un pecado detestable”, lo cual es bastante grave ya que proviene de una servidora pública que se supone, representa las personas de un municipio, más allá de sus creencias religiosas o fobias personales.

Karl Popper planteaba en su libro «La sociedad abierta y sus enemigos» los límites de la tolerancia; él explicaba que el uso ilimitado de la tolerancia nos llevaría a la destrucción de la propia tolerancia, es decir, si se tolera a las personas que son intolerantes se llevará acabo la destrucción de las personas tolerantes y junto con ellas la destrucción de la tolerancia en sí.

Imaginemos que una parte de la sociedad genera una campaña mediática en contra de un sector popular que tiene un color de piel diferente al suyo ¿sería libertad de expresión permitir que esos discursos tengan cobertura mediática y que incluso, actores políticos utilicen esa campaña para generar leyes que atenten contra la integridad de esas personas? La respuesta es no.

La libertad de expresión debe ser tolerada y respetada, pero los discursos que generan odio no, ya que, el hecho de tolerar todo lo que genera intolerancia nos convertirá en sociedad igual o peor que la que tuvo la Alemania Nazi en los años de la segunda guerra mundial.

Justificar un discurso de odio de una persona bajo el argumento de que tiene el derecho de expresarse libremente, es el equivalente a justificar la campaña de odio que hicieron los Nazis contra los judíos, ya que estos también usaron su “libertad de expresión”.

Lo grave de la situación es que muchas personas no logran ver la línea que divide la libertad de expresión y el discurso que genera odio y lo podemos ver en el comunicado que dio la secretaria del Ayuntamiento, donde ella misma decía que estaba siendo juzgada por su forma de pensar y que ella solo utilizó su libertad de expresión.

Esto es sumamente grave porque no solo compartió este preocupante mensaje que cita un versículo de la biblia el cuál es el siguiente :“No practiques la homosexualidad, al tener relaciones sexuales con un hombre como si fuera una mujer. Es un pecado detestable.” Sino que además ella misma sigue sin considerar su publicación como un discurso de odio, a pesar de haber sido destituida por ello mismo.

Lo más grave del asunto es que muchas personas que están en el poder, como fue el caso de la secretaria del Ayuntamiento, no alcanzan a dimensionar la magnitud de sus actos y lo que estos pueden generar.

Lamentablemente el Ayuntamiento de Locho está más preocupado por buscar la gubernatura que por concientizar a los integrantes de su administración sobre la tolerancia y la importancia de no replicar discursos de odio, ya que por andarse candidateando está abandonando el municipio y a su equipo de trabajo, dónde incluso muchos de esos trabajadores compañeros y compañeras de Esmeralda dentro del mismo Ayuntamiento, han salido a «defenderla» argumentando que ella es libre de opinar cuántas cosas quiera y que es injusto que la corran, pues argumentan que está haciendo uso de su derecho de “libertad de expresión”.

Todo esto apunta a que estas y estos actores políticos de Movimiento Ciudadano ya sea por ignorancia o por órdenes de su patrón, están solapando una actitud que debería ser incluso castigada con mayor severidad.

En conclusión: si queremos tener una sociedad tolerante y que haga debidamente uso de su derecho a expresarse libremente, debemos empezar a dejar de tolerar a los intolerantes, y castigar a quienes difundan material de esta índole como bien lo explica Popper con la paradoja de la tolerancia, ya que muchas veces proviene la intolerancia de fanáticos religiosos que se encuentran en grupos conservadores.

Si no se castiga el discurso que genera odio, se alienta a que otras personas se sumen y se cometan actos de violencia y atropellos a los derechos humanos.

En el caso de los políticos, nosotros como ciudadanos debemos ser responsables con saber qué tipo de representantes queremos en la administración pública y tenemos que ser hábiles para detectar de dónde provienen, pues solo con engaños logran llegar al poder, aunque una vez llegando muchos de ellos y ellas en el transcurso de sus administraciones dejan entrever sus verdaderas fobias, como dicen por ahí, “sacan el cobre” así como lo hizo Esmeralda Cárdenas.

Hay que identificar muy bien en donde se ocultan todas y todos esos conservadores en Colima para evitar que lleguen al poder nuevamente personas intolerantes.