Cosa común en las Universidades

Entre las muchas formas como se ha practicado la corrupción al interior de las universidades, está  la de usar el sistema de intercambios, de becas, de investigación y de promoción académica, a cambio de ser incondicional a las capas de control burocrático y/o político de las mismas universidades. La “cultura” que ha hecho posible todos los niveles de corrupción en más de 70 años de priismo, está absolutamente enraizada en las universidades  de México  por lo que cualquier alusión a tocar dichas estructuras, desparrama el alacranero de todos aquellos que fueron sobornados con becas, promoción académica indebida y beneficios en especie y sueldos e incluso, con la obtención de grados y títulos, sin haber cursado los estudios correspondientes.

Se de lo que hablo pues fui consejero en el periodo de Guillermo Soberón, rector de la UNAM en los años setentas al Consejo Universitario. Fui consejero universitario elegido por voto universal y secreto en mi facultad por lo que a pesar de ser de oposición y con un pensamiento critico no podía ser hecho a un lado por la burocracia universitaria en aquel momento. Pero recuerdo las ofertas de los directivos de la Rectoría, para hacer carrera fácil en todos los niveles de investigación y de becas para irme a otros países, como académico y además, con la promesa de ser publicado en las diferentes revistas de la misma universidad así como la de editar mis trabajos en libros y obtener grados. Hacerlo era fácil además de darme una historia curricular para mi futuro académico y por supuesto nadie lo notaria, ya que un día de tantos avisaría que tenía una beca para hacer investigación en Argentina, Brasil, Europa o Asia. Mi mérito para la oferta era ser disidente y la dirección de la oferta, acallar una voz y ganarse un aliado incondicional.

Creo que esta es la historia de cientos de académicos con doctorados y múltiples trabajos publicados en la educación superior. Pero no los vemos, porque la academia esta “separada” de la política y se puede navegar en todo un mar de múltiples ambigüedades. Solo uno lo sabe, que vendió su honestidad, su integridad, su ética, por hacer carrera académica y no fue evidente, ni siquiera se notó porque nadie lo dijo en medio de una complicidad silenciosa.

Este es el origen de algunos gatilleros de la pluma, como un tal Rogelio Guedea, que pareciera ser la voz incondicional, en medio de su propio cinismo, de la evidente mafia de corruptos de la Universidad de Colima. Personalmente no lo conozco, pero si conozco las voces críticas en el Estado de Colima desde hace 50 años .No recuerdo haberlo visto o haber estado con él, en ninguna de la movilizaciones o protestas  contra todo tipo de injusticias documentadas en nuestra historia reciente. Y me parece insólito, como si nadie tuviera memoria,  el querer proteger, no a la universidad, sino al grupo de hampones que la dirige, con la denostación de quienes hacemos el esfuerzo de mejorar el clima de miedo que reina en toda esta institución.

El miedo que priva entre su planta académica y entre su base estudiantil, tiene antecedentes no solo en una policía política llamada federación de Estudiantes, sino en los antecedentes de despido de maestros y expulsión de alumnos que tiene sobrada y conocida historia por toda la sociedad colimense y que siempre se ha usado contra los disidentes críticos. El golpe charrísta a su dirección sindical anterior y ahora en litigio, por haber reclamado el mal uso de los ahorros de los trabajadores pensionados en el llamado FOSAP, fue de todos conocido, pues estuvo amparado en el aparato legal laboral del Estado de Colima.

Personalmente conozco muchos académicos de la U de C y se de sus miedos. Se lo que opinan fuera de los muros, que saben que escuchan, dentro de la universidad. Se también de otros que se vuelven cómplices para  impedir que sus hijos sean despedidos o maltratados por ocupar alguna plaza en esta universidad y es así finalmente como esta miseria, de “cultura” universitaria, de sentido común que esconde la llamada autonomía, castiga a una institución que por ahora,  sin su base principal para formar profesionales acordes a las necesidades de nuestro país, que es el pensamiento critico, se empobrece cada día y empobrece nuestro horizonte de futuro.

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