Reforma judicial y la oposición con su mismo cuento de “seremos Venezuela”

Por Jonathan Núñez
(Imagen de portada: Cartón «En la lucha», de Monero Hernández)

La derecha mexicana y sus no pocos (pero tampoco tantos) seguidores siguen cayendo rápidamente con la firme determinación de negarse a ver lo que les lastima porque no comprenden lo que está pasando en el país: “no entienden que no entienden”.

El actual debate sobre la Reforma Judicial ha encendido los focos de alarma de los grupos más recalcitrantes y antipopulares del país, caracterizados por expresar odio, prejuicios, insultos y frustraciones, toda vez que la coyuntura en la arena político-social se está definiendo actualmente por la voluntad de amplios sectores populares que antes no tenían participación en el acontecer nacional.

A esos grupos conservadores les molesta el hecho de que una gran mayoría de la población mexicana, ahora interesada en la política y en el porvenir, arrope un proyecto político que les ha asegurado (cuando menos) la posibilidad real de ir transformando el destino del país con intenciones claras de disminuir la brecha de desigualdades, además de asegurarle a millones de personas un piso mínimo del que pueden sostenerse para evitar la precarización absoluta, misma que antes ocurría constantemente bajo la lógica  neoliberal de “sálvese quien pueda” impuesta desde el gobierno.

Ahora que este proyecto político, encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador emprende otra batalla más en la lucha por la democratización del país, la derecha ciega de impotencia y coraje intenta defender lo que considera suyo, otra vez con los mismos cuentos que inventaron desde incluso antes del año 2006, cuando infundaron miedo a través de campañas negras en radio y televisión con aquello de “nos vamos a convertir en Venezuela”.

Antes funcionaba, cuando tenían practicamente todo el espectro comunicativo a su favor, y aunque sabían que eso era mentira, lo utilizaban insistentemente para desprestigiar al único adversario que representaba un proyecto ajeno a sus intereses cupulares. Lo interesante es que, desde 2018 que AMLO obtuvo un resultado aplastante en las urnas, ese cuento inventado por ellos, lo han repetido durante todo el sexenio sin éxito y peor aún, parece que en el contexto de la Reforma Judicial, ellos mismos lo están creyendo o al menos eso parece, porque insisten en mencionarlo casi como último recurso argumentativo en la defensa de sus privilegios.

Una vez que inició el gobierno de AMLO, aumentaron su campaña de la venezuelización. “El dólar costará 90 pesos”, decían; “la inflación se va a disparar hasta el cielo”, cantaban; “van a escasear los alimentos en los supermercados”, auguraban. Y nada de eso ha pasado, sino todo lo contrario: los niveles macroeconómicos están en su mejor nivel a pesar de la pandemia; la soberanía alimentaria es casi un hecho, al igual que la soberanía energética y lo que más duele a la derecha mexicana: se logró sacar de la pobreza a casi 9 millones de personas, lo que no había pasado en décadas.

No obstante, se aferran a su error, a su “argumento” de que con esta reforma, “seremos una dictadura como Venezuela”. El resultado: se encapsulan cada vez más y generan más rechazo de las grandes mayorías.

Nos puede gustar o no el contenido de la Reforma Judicial en sus especificidades, podemos desmenuzarla y tener la idea firme de que puede ser mejor, pero es un hecho que nos encontramos en un momento estelar en la historia del país y es el primer paso para ir avanzando en la democratización de un Poder que se pensaba intocable, inamovible y que un grupúsculo lo consideraba de su propiedad a tal grado de heredar sus espacios entre unas cuántas familias desde hace 200 años.

No entienden que existe un nuevo régimen, joven, en construcción, pero que tiene la particularidad esencial y fundamental de contar con una inmensa legitimidad, con un amplio y constante apoyo popular que se ha demostrado en cada batalla coyuntural y sobre todo, demostrado con los resultados avasalladores en esta última contienda electoral, que dejó a personeros y seguidores de derecha en shock, impotentes, temblando de coraje y sin saber qué hacer, a tal grado de repetir: “seremos Venezuela”.

Por lo pronto, por recomendaciones de la presidenta electa Claudia Sheinbaum y por otras razones, la Reforma Judicial avanzará con un ritmo menos apresurado, para dar mayor tiempo a la discusión y a una posible mejoría en el proyecto de dictamen, cosa que me parece atinada, pero de que habrá reforma, la habrá.

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