¡Sin maíz no hay país!Una realidad en la Cuarta Transformación

Alfredo

«De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre». Popol Vuh

El maíz es más que un alimento para los mexicanos: es la base de nuestra identidad cultural y un recurso estratégico para enfrentar el cambio climático a nivel mundial, además es la base para garantizar la soberanía alimentaria de nuestro País. Frente a los retos impuestos por un modelo agroindustrial que prioriza las ganancias sobre el bienestar común, la Cuarta Transformación ha dado un paso histórico al prohibir la siembra de maíz genéticamente modificado y al promover una reforma constitucional que reconoce al maíz como pilar de nuestra nación. Este avance no solo protege nuestras 59 razas de maíz, sino que también refuerza nuestro compromiso con la sostenibilidad, la biodiversidad y la economía local.

La prohibición del maíz genéticamente modificado es más que una decisión política; es una medida basada en un inicio en el principio precautorio y además, respaldada por evidencia científica sin conflicto de interés. Estudios realizados por organizaciones internacionales, como la FAO, han señalado los riesgos asociados a los cultivos genéticamente modificado, incluidos la contaminación de variedades nativas y los impactos negativos en los ecosistemas. Además, el modelo agroindustrial ha generado dependencia económica hacia corporaciones que monopolizan las semillas, debilitando la soberanía alimentaria de países como México que cuentan con la gran biodiversidad de este y muchos otros cultivos.

Al reconocer al maíz como un elemento de identidad en los Artículos 4 y 27 de la Constitución, se establece un marco jurídico que protege la biodiversidad y promueve la producción agroecológica. Esto permite garantizar que las generaciones futuras puedan disfrutar de un patrimonio biocultural que ha sido cultivado y adaptado durante más de 350 generaciones aún cuando como recurso genético esta gravemente amenazado.

Aunque las medidas propuestas son un paso crucial, la transición hacia un modelo agroecológico enfrenta retos significativos. Los pequeños productores, quienes son los principales guardianes del maíz nativo, necesitan acceso a financiamiento, capacitación técnica y apoyo para comercializar sus productos. Asimismo, la investigación en prácticas agroecológicas debe ser fortalecida para ofrecer soluciones adaptadas a las condiciones específicas de cada región. Es fundamental promover programas de capacitación que enseñen técnicas sostenibles, ofrecer incentivos financieros que faciliten la transición hacia prácticas agroecológicas, fomentar mercados locales justos y accesibles, y financiar investigación sobre variedades de maíz nativo.

El éxito de estas iniciativas no sería posible sin la lucha incansable de movimientos sociales como la Campaña Nacional “Sin maíz no hay país” y la Demanda Colectiva en defensa del maíz, que han enfrentado grandes intereses económicos, destacando la importancia de preservar las semillas originarias en manos campesinas. Un comunicado reciente de estos movimientos subraya la necesidad de agregar una prohibición explícita en la Constitución para evitar la siembra de maíz genéticamente modificado, no unicamente de maíz transgénico pues con esta denominación so se incluyen supuestos avances tecnológicos. La labor de estos movimientos al lado de las causas justas de la Cuarta transformación ha sido un ejemplo de resistencia y de cómo la participación ciudadana puede influir en políticas públicas.

La protección del maíz nativo también tiene un impacto positivo en la economía local. Al fomentar la producción de alimentos adaptados a nuestras condiciones agroecológicas, se reduce la dependencia de insumos importados y se genera empleo en comunidades rurales. Además, el consumo de maíz nativo, libre de organismos genéticamente modificados y plaguicidas, mejora la salud de la población al evitar los riesgos asociados a los agroquímicos.

El maíz no es solo un alimento; es un patrimonio biocultural, económico y ambiental que merece ser protegido. La Cuarta Transformación ha dado pasos importantes hacia la defensa de este recurso vital, pero el camino hacia una transición agroecológica requiere el compromiso de todos los sectores: gobierno, productores, consumidores y sociedad civil.

Estoy seguro que seguiremos construyendo entre todos y todas, las bases para la transición agroecológica en el país del maíz, desde la Cuarta Transformación se afirma y garantiza la vida como nos enseñó el grande Enrique Dussel.

Abierto al dialogo de saberes, nos encontramos en X: alfred_alva

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